10 Razones por las que soy sumisa
Actualizado: 9 may 2021
Un relato íntimo y personal sobre las razones que explican por qué la autora es sumisa y por qué se siente feliz al serlo.

1. Porque su placer es mi placer
Hay muchas cosas en la vida que me dan placer. Un pollo bien asado. Los unicornios. La purpurina. Los pasteles de chocolate. Las luces de colores. Una buena película de acción con cantidad de explosiones, armas, violencia y tonterías. Debatir temas filosóficos y políticos ridículos con mis mejores amigos. Viajar. Conseguir hacerme el moño informal perfecto. Literalmente, la lista sigue y sigue.
Pero nada me da tanto placer como su placer, como el placer de mi Dom. Y no estoy solamente hablando de placer sexual; estoy hablando de todo tipo de placeres. Chupar su polla, introducirla en mi boca y llevarla hasta la garganta una y otra vez hasta que me alimenta con su semen, y que me diga lo buena chica soy para él, y deleitarme en el hecho de que le he dado tanto placer que no pudo evitar correrse me produce un placer enorme. Pero ¿sabes qué es lo que más placer me da? Saber lo que le complace que le sirva su cena favorita. Saber cuánto le complace que doble sus camisetas de la manera correcta. Saber lo que le gusta y el placer que le produce verme cantar (horriblemente) mi lista de reproducción mientras friego las encimeras de la cocina. Ver cómo se le ilumina la cara cuando lo recibo con una copa y una sonrisa al volver del trabajo. Arrodillarme a sus pies y recostarme sobre su pierna para que pueda acariciarme el pelo mientras lee o ve la televisión, haciéndole saber que estoy ahí, que me arrodillo por él, que le sirvo, que le amo y que soy suya con cada uno de esos sencillos actos.
¿Y cuándo es sexual? ¿La forma en que se ríe cuando estoy atado a su cama y me retuerzo bajo su contacto y gimo y suplico por una liberación? Eso me hace sonreír por dentro. ¿La manera en que le excita denegarme esa liberación? Me hace mojarme incluso más. ¿El gozo perverso y retorcido que le produce arruinarme un orgasmo o negarme uno? Hace que mis partes femeninas se estremezcan y me hace suplicar aún más. ¿Si no obtuviera placer de las cosas que me hace? No sería lo mismo. Me excito por sus palabras sucias y por sus hábiles dedos y por la manera en que me folla hasta que no puedo pensar con claridad, claro - pero, aún más, me excita saber cuánto placer obtiene de verme quejarme, gemir, llorar y hacer lo que me ordena.
Es todo tipo de placer. Cualquier placer que le doy a él, cualquier manera en que le complazco, cualquier cosa con que haga su día mejor, más feliz o solamente un poco más fácil para él me hace feliz. Me produce satisfacción hacer que se sienta bien. Me alegra saber que lo he hecho feliz.
Proporcionarle placer me hace sentir completa, segura, feliz y buena. Me ilumina por dentro. Por eso le sirvo, porque servirle es la manera de que yo sea lo más feliz que puedo llegar a ser.
2. Porque ansío tener un orden en mi vida, una estructura, y ansío que proceda de él
Soy una persona que ansío tener un orden en mi vida. No, no sólo lo ansío, lo necesito. Lo hago mejor cuando hay unas normas, límites y calendario establecidos.
Pero aquí está la cosa: no se me da bien seguir las reglas, los límites y el calendario cuando son totalmente autoimpuestos. Puedo crear un orden a seguir cuando tengo algo frente a lo que responder (por ejemplo, un trabajo). Sin embargo, cuando se me deja completamente a mí albedrío tengo problemas para mantener ese equilibrio, esos límites y esa estructura. Voy bien cuando selecciono una cosa en la que centrarme y establezco la estructura para eso (por ejemplo: el gimnasio y la dieta), pero cuando se trata de crear un orden para mi vida en general, me quedo abrumada y tiendo a pasar el día dando largas y a ignorar el calendario que he intentado poner en marcha para mí misma.
Soy una persona que lo hace mucho mejor cuando sé que alguien más tiene expectativas puestas en mí. Tengo mucha pasión, talento y empuje, pero me las veo y me las deseo para descubrir hacia dónde canalizar todo eso si no tengo una dirección clara en la que trabajar. Y mi cerebro funciona a tanta velocidad y de tal manera que, en lugar de ser capaz de centrarme en unas pocas opciones o posibilidades, simplemente las veo todas ellas a la vez y termino en círculo vicioso interminable de todo lo que podría hacer y no saber qué escoger. Así que tener a alguien que me ayude a pasar por eso, que me ayude a establecer los límites, los parámetros y el orden para determinar en qué centrar ese empuje, pasión y talento… Resulta mucho más fácil para mí saber cómo ordenar mi día, cómo planear qué tengo que hacer y cuándo cumplir con mis tareas, e irme a la cama sintiendo que he sido productiva.
Así que ansío a alguien que está dispuesto a asumir la gran responsabilidad de ayudarme a crear un orden para mi vida y que luego me haga responsable de atenerme a él.
3. Porque no siempre hago lo mejor para mí y cuando eso pasa necesito a alguien en quien pueda confiar que me lo haga ver
Es verdad. Tengo tendencia a tener un comportamiento en espiral descendente y cuando me pasa, algunas veces puedo darme cuenta y retornar a la normalidad sacándome a mí misma del agujero. Pero otras veces tomo una mala decisión. Y luego otra, y otra. Y antes de que me dé cuenta me he metido un círculo de comportamiento auto destructivo.
Y cuando eso pasa, necesito a alguien que pueda gentilmente, pero con firmeza, hacer que me siente y hablarme de ello, y ayudarme a volver a la normalidad. Quiero que él me ayude a establecer los límites, a establecer las reglas. Para, una vez más, ayudarme a crear ese orden, esa estructura, o a modificar la que tenía hasta ese momento.
Necesito que él sea la voz que me guía cuando yo no puedo guiarme a mí misma.
Necesito que él sea la voz que me guía cuando yo no puedo guiarme a mí misma. Quiero saber que él me tiene cubierta. Y quiero saber que él pondrá los límites por mi cuando yo no pueda hacerlo por mí misma.
4. Necesito a alguien que me haga responsabilizarme
Soy una persona que me encanta complacer a la gente. Y sí, si mi lucha mental y la terapia me han enseñado algo es que no te puedes pasar toda tu vida centrada en complacer a todo el que te rodea. Pero tener una persona en mi vida que ha accedido a tener una relación conmigo, en la que me da unas responsabilidades, en la que establece un orden y unas reglas, y en la que define unas expectativas de lo que quiere y requiere de ella, me proporciona una manera de satisfacer esa necesidad de complacer a la gente sin tener que excederme y alimentar mi ansiedad.
Pero es más que simplemente satisfacer esa necesidad de complacer a la gente. Se trata de tener unas responsabilidades. Se trata de saber que, si digo que voy a hacer algo, o si él me pide que haga algo, o si me asigna una tarea o una norma, el realizará el seguimiento para asegurase de que lo hago. Y que, si no, habrá consecuencias, y esas consecuencias procederán de él.
Es parte del orden o estructura que necesito. Y no quiero cargar con esto a alguien que no desea proporcionar ese tipo de orden o que no desea asumir esa responsabilidad. Busco a alguien al que asumir ese papel le proporcione una sensación de satisfacción. Que disfrute proporcionándome ese orden, que disfrute dándome responsabilidades, que disfrute guiándome. Porque saber que él lo disfruta me ayuda a sentir placer, a sentir calma, a sentirme en paz.
Necesito que se me den unas responsabilidades, y necesito saber que mis actos tendrán consecuencias. Y necesito saber que esas responsabilidades y esas consecuencias provienen de la persona a la que más respeto y en la que más confío.
5. Porque quiero una relación que consista en dar y tomar
Gran parte de lo que se ve en las redes sociales tiene que ver con un Dom que es el responsable, que toma el control y que establece todas las reglas y límites, que tiene que ser responsable del bienestar de su sumisa, etc, etc.
Pero eso no es una relación D/s real. Al menos no para mí.
Una relación D/s real consiste en dar y tomar. Ambas (o todas) las partes tienen la responsabilidad de mirar por el otro, de cuidar del otro, de proteger, respetar y amar al otro. Las dos partes han acordado actuar como adultos, gestionar las disputas con madurez y dentro de los parámetros acordados, y respetar las normas y los límites establecidos.
Tu Dom cuida de ti, sí. Tu Dom está de acuerdo en asignarte responsabilidades. Tu Dom está de acuerdo en guiarte, darte placer y en asumir la responsabilidad de proveer tus necesidades. Pero, de la misma manera, tú cuidas de tu Dom. Yo soy responsable de mirar por él, de asegurarme de que esté feliz, de asegurarme de que desarrolla todo su potencial y de que le ayudo de todas las maneras que puedo. Soy responsable de hablar con él, de decirle lo que pienso y cómo me siento, y de asegurarme de que comparto con él mis problemas, preocupaciones y asuntos. Soy responsable de recordar que él no puede leer mi mente. Soy responsable de preguntarle si está bien. Soy responsable de escucharle cuando necesita compartir sus problemas, preocupaciones y asuntos conmigo. Soy responsable de cuidarlo. Soy responsable de amarlo, respetarlo y de ser la mejor persona que pueda ser para él.
Porque cuando él accede a tomar la responsabilidad de ser mi Dom, yo, al mismo tiempo, estoy accediendo a ser su sumisa. Porque la responsabilidad de una relación D/s no corresponde solamente a una de las partes, sino que es compartida entre los dos. Es una alianza, un equipo, una unidad. Es un intercambio de poder. Un intercambio. Lo que significa que hay que dar y tomar. Y yo quiero esto.
Quiero darle a mi pareja tanto como él me permita tomar de él. Porque esa es la única manera en la que los dos podemos seguir estando completos y sanos.
6. Porque servirle me produce placer
Servirle me produce placer. Crear un hogar no solamente con él, sino para él. Hacer un hogar agradable, acogedor, cálido y feliz al que volver cada noche. Hacer su cena. Hacer su colada (¡pero no planchar!). Asegurarme de que todas sus camisas están colgadas en el lugar correcto cuando vuelven de la lavandería. Traerle su bebida favorita al final de un largo día. Enjabonarlo en la ducha. Mantener nuestra casa limpia. Asegurarme de que cojo sus aperitivos favoritos en el supermercado. Asegurarme de que recuerde llevarse una botella de agua cuando se va al gimnasio. Servirle de tantas maneras.
Hacer las pequeñas cosas (¡y las grandes!) que hacen su vida más feliz, más tranquila, y en conjunto, más fácil, me hace feliz. Saber que lo estoy ayudando y haciéndole las cosas más fáciles a lo largo del día me hace sentir completa.
Y sé que mucha gente leerá esto y preguntará qué está haciendo él para hacer mi vida más fácil, más feliz y más tranquila. Y la respuesta es: hace muchísimo. Me da responsabilidades. Me proporciona un orden. Me da un espacio sano y seguro para cubrir mi necesidad de complacer y servir a la gente. Me ama. Me ayuda a que me asegure de que estoy cuidando de mi misma, y cuida de mi cuando yo no puedo hacerlo. Me da tanto como yo le doy a él. A su manera, él me sirve también. Es una clase diferente de servicio del que yo le doy a él. Pero sigue siendo un servicio. Como dije, es un dar y tomar.
7. Porque arrodillarme ante él me proporciona una paz tremenda
Supongo que esto entra dentro de la categoría de servicio, pero es un acto tan distintivo, que me produce tanta satisfacción y paz que sentía que se merecía su propio apartado.
Es realmente así de simple: arrodillarme ante él me produce paz. Me hace sentir segura. Es gratificante. Es un privilegio. Arrodillarme ante él es relajante y gratificante, y una postura que me produce tanto orgullo como el mayor gozo.
Amo arrodillarme a sus pies.
Amo arrodillarme a sus pies. Arrodillarme ante él. Arrodillarme en el centro de la habitación de manera que pueda verme. Arrodillarme simplemente porque es como él quiere que esté. Es como meditar, el rezar y rogar todo a la vez. Me encanta adoptar esa postura de adoración de rodillas. Me encanta adorarle. Me encanta otorgarle ese honor una y otra vez. Y me siento tremendamente afortunada cada vez que él me permite el privilegio de arrodillarme a sus pies.
Me hace sentir segura, completa y afortunada adoptar mi postura a sus pies. Porque es un recordatorio físico y postural de quién es mi dueño, y me proporciona el tiempo para reflexionar sobre por qué lo elegí a él.
8. Porque no quiero estar al mando
Es realmente así de simple. No quiero estar al mando. Estoy al mando de demasiadas cosas en mi vida diaria. Tengo tantas responsabilidades. Cuido de mi familia, de mis amigos, doy de comer a la gente que me importa, tengo una enorme responsabilidad en el trabajo, soy responsable de formar a las nuevas incorporaciones, soy responsable de asesorar en algún blog. Y más cosas, muchas más.
Y cuando termino con mis obligaciones diarias no quiero tomar decisiones.
Y cuando termino con todo eso no quiero tomar decisiones. No quiero tener que establecer las reglas. No quiero tener la responsabilidad sobre lo que ocurrirá a continuación. Quiero que se me diga lo que tengo que hacer, lo que se espera de mi, cómo complacer a alguien y cómo hacerlo correctamente. Quiero someterme al control de otro. Quiero entregarme a él, a sus decisiones y a su guía. Quiero la paz, la seguridad, y quiero terminar cada día con esa sensación de satisfacción.
9. Porque sexualmente obtengo mucho más placer corriéndome para él que para mí misma
Los orgasmos son fantásticos. Me encantan los orgasmos. Realmente me encanta jodidamente correrme.
Pero correrme para mí misma simplemente no me proporciona la abrumadora sensación de placer (emocionalmente, mentalmente, físicamente, sexualmente) que me proporciona hacerlo para ál. Cuando él me dice cómo llegar ahí, lo que tengo que decir, cuando me hace suplicar, rogar, gimotear y gritar y contarle mis fantasías más oscuras, sucias y depravadas mientras que tengo que hacer lo imposible por no correrme sin permiso. Cuando me hace esperar, haciéndome llegar al borde una y otra vez, y haciéndome que lo contenga. Y cuando finalmente me dice que me corra. Cuando finalmente me da permiso. Cuando finalmente me dice que me deje llevar… es distinto a cualquier otra sensación. Porque sé que me he ganado ese orgasmo. Porque sé que él me está permitiendo tener ese orgasmo porque le he complacido tanto que me he ganado un premio.
Los orgasmos son fantásticos. Realmente lo son. Peo los orgasmos son incluso mejores cuando son un regalo de él.
10. Porque adoro que se me diga que no
Lo adoro. Adoro los recordatorios de quién está al mando. O a quien he confiado mi bienestar, mi cuidado, mi placer y mi seguridad. Adoro saber que me está prestando atención. Adoro saber que está vigilando lo que hago. Adoro saber que se está asegurando de que me mantengo dentro de las líneas. Porque eso me recuerda en cada ocasión lo comprometido que él está conmigo y con nuestra dinámica, y con las promesas que nos hemos hecho el uno al otro.
Adoro saber que él está al mando.