El intercambio de poder erótico
Actualizado: 8 may 2021
El intercambio de poder erótico es cualquier situación en la que la pareja, por su propia voluntad y elección, incorpora activa y deliberadamente el elemento de poder (control) en su relación sexual (y por lo general, en gran medida en su relación de pareja).

El intercambio de poder erótico es la base de todas las dinámicas BDSM y, de hecho, como el término BDSM (y los relacionados S&M y D/s –sadomasoquismo y Dominación/sumisión) tienen demasiadas connotaciones, especialmente entre los no iniciados, hay quien propone utilizar en su lugar la expresión intercambio de poder erótico.
El contexto
El intercambio de poder erótico (EPE en inglés) es una situación que incluye espíritu, cuerpo y mente y, por tanto, produce efectos en cada una de esas tres áreas las cuales, en conjunto, conforman el ser humano.
El EPE puede tomar cualquier forma dentro de una relación. Desde pequeñas cosas, como vendar los ojos a tu pareja durante una relación sexual, hasta una servidumbre durante las 24 horas al día, 7 días a la semana.
La forma que toma depende totalmente de las fantasías, situación, preferencias y límites de las personas involucradas. Siempre y cuando sea informada, consensuada, segura, sensata y voluntaria, a la dinámica se le llama intercambio de poder erótico. Si falta alguno de esos elementos se le llama abuso.
El intercambio de poder erótico requiere una relación muy sólida, honesta y sincera, una comunicación intensa y abierta, confianza, mucha comprensión mutua, una mente abierta, mucho amor y cuidado y un poco de creatividad. Esto no implica que la relación tenga que ser necesariamente a largo plazo. Incluso en una aventura de una noche o en una situación casual, todos estos requisitos deben estar presentes -aunque probablemente a un nivel menos intenso- para que las cosas funcionen.
La gente a menudo se pregunta: ¿qué tiene de malo el sexo heterosexual? ¿Por qué añadir cosas como el intercambio de poder? Bueno, no pasa nada malo con el sexo heterosexual. Pero hay personas que quieren más de su relación. Tal vez incluso más de la vida. Esas son las personas que identificarán el elemento de poder, presente en cada relación, y comenzarán a trabajar con él, lo magnificarán, jugarán con él, explorarán y experimentarán. En la vida diaria todos nosotros tenemos que lidiar con el poder. El poder de tu jefe o el poder político, por ejemplo, pero no todos nos convertimos en jefes o políticos; ni siquiera nos interesamos en la administración o la política. Lo mismo es cierto para el poder dentro del contexto sexual/relacional. Algunos lo ejercitan, y otros no.
Regalar poder a tu pareja puede producir una sensación erótica inmensa. Estar atado, relativamente indefenso y ser sumergido por tu pareja en tus propias fantasías y sueños (algunas personas lo llaman subespacio) puede ser emocionante, relajante y revelador al mismo tiempo. El dolor, las cosquillas y todo tipo de estimulaciones, cuando se administran con cuidado y habilidad, pueden bombear tus endorfinas, dándote la misma sensación que experimentan a veces las personas que practican deporte. Por el otro lado, la parte dominante sentirá que la adrenalina y la serotonina fluyen libremente por su cuerpo, dándole a la vez una gran sensación de poder y una intensa necesidad de cuidar y proteger a su pareja.
Un cajón de sastre para muchas cosas diferentes
El intercambio de poder erótico es una experiencia muy individual y personal. Y, por eso es muy difícil describir exactamente lo que es. El único elemento que todas estas personas tienen en común es el hecho de que, por sus propias razones individuales, están fascinados por el elemento de poder en un contexto sexual/relacional. Lo que hacen, cómo lo hacen y por qué lo hacen pueden ser cosas completamente diferentes para cada uno.
El intercambio de poder erótico es un cajón de sastre. Para una persona puede consistir en ser atada a la cama durante la relación sexual; otra puede estar fascinada por la idea de un hombre "extraño" entrando al dormitorio para capturarla; y para una tercera puede ser el tener una relación en la que su pareja le sirve de todas las maneras. Para muchas personas lo más importante es el crecimiento espiritual y personal que el EPE les puede aportar. Y otros están en esto simplemente por su faceta “pervertida”.
Se trata enteramente de lo que tú quieras hacer. No tienes que copiar a otros. Ni siquiera tienes que estar de acuerdo con lo que hacen los demás. Es tu juego, tus pensamientos, tus emociones y tus fantasías. Es lo que tú y tu pareja compartís. Es ser capaz de explorar las fronteras de tu mente y de tu imaginación en un ambiente seguro.
Para muchas personas el intercambio de poder erótico no se trata sólo de sexo, sino de un estilo de vida. La mayoría de las personas que lo llevan a la práctica reconocen que es algo muy personal, algo que les pertenece mucho. Para muchos es una forma de expresarse.
Una definición de Intercambio de Poder Erótico
Precisamente, por el distinto significado que tiene para cada persona, el tratar de ponerse de acuerdo para definir el intercambio de poder erótico es realmente complicado, y normalmente conduce a fuertes discusiones. A pesar de ello, el grupo de discusión de POWERotics de Internet (uno de los más grandes en su tipo) logró ponerse de acuerdo en una definición que parece aceptable, y con la que una gran cantidad de personas practicantes del EPE puede estar de acuerdo. Esta es la definición acordada por este grupo, así como las notas pertinentes al respecto.
El intercambio de poder erótico se define como: actividades consensuadas, voluntarias e informadas entre adultos que consienten en realizarlas, en las que uno (o más) de los participantes cede el control de su persona y de la situación a otro (u otros).
El término voluntario se define como: que las personas involucradas no hayan recibido ningún incentivo o recompensa, económica o no, (ni la promesa de recibirlos) con el objetivo de intentar coaccionarlas o forzarlas a realizar actividades en las que no consentirían sin dicha recompensa o incentivo; que las personas involucradas no hayan sido forzadas de manera alguna (ya sea a través de la fuerza física o del sometimiento mental, económico o social) a realizar actividades que no realizarían libremente.
El consentimiento informado se define como: las personas involucradas, antes de comenzar las actividades, han optado voluntariamente por participar en actividades de intercambio de poder erótico y que esas personas, a su leal saber y entender, han hecho un esfuerzo serio para conseguir que todas las demás personas involucradas tengan un nivel razonable de comprensión, tanto de las actividades a las que han dado su consentimiento, como de las posibles consecuencias y riesgos de dichas actividades.
Los adultos se definen como: mayores de edad en su área o país. Si dicha edad legal es menor de 18 años, se define como adulto una persona que tenga 18 años o más.
Todo lo anterior puede sonar un poco exagerado y, de hecho, hasta cierto punto lo es. Sin embargo, es el primer intento de llegar a una definición que sea viable y que, aunque probablemente sea un poco demasiado "legal" para los que estamos dentro de la comunidad BDSM, deja perfectamente claro dónde están los límites entre el intercambio de poder erótico consensuado por un lado y el abuso o el comportamiento enfermizo o criminal por el otro.
Estigma y verdad
Hay todo tipo de tópicos sobre el tema del intercambio de poder erótico. Todos ellos se basan en supuestos "conocimientos" o "hechos" psicológicos o psiquiátricos. El hecho es que ninguno de estos tópicos es cierto o está probado. Hemos recopilado los más comunes y los hemos comparado con los hechos reales.
Una vez que empieces, querrás más y más.
Esto es lo que los pseudoexpertos presentan como la "teoría del escalonamiento". En pocas palabras, una vez que hayas probado los efectos de, por ejemplo, el dolor, querrás más y más y acabarás teniendo un comportamiento excesivo y una adicción.
Lo cierto es que no existe una "teoría de escalonamiento" (el término se originó en la investigación de las causas de la drogadicción a finales de la década de 1960 y, por cierto, la teoría tampoco funcionó en esa área) en lo que se refiere al intercambio de poder erótico.
El hecho número dos es que, como casi en todo lo relacionado con el intercambio de poder erótico, apenas hay investigaciones científicas serias y publicadas sobre este tema. Lo que, es más, casi toda la investigación a la que se hace referencia comúnmente sobre la EPE ha sido investigación realizada en casos individuales o en grupos extremadamente pequeños. Cualquier conclusión basada en dichas investigaciones no es válida para todo el grupo por simples razones estadísticas. Las investigaciones han sido realizadas predominantemente por psiquiatras y psicólogos en casos que se relacionan con preguntas directas de ayuda o con problemas significativos relacionados con la salud. Y el objetivo de casi todos estos artículos es promover la terapia de ese terapeuta en particular. La investigación sociológica general en el área del intercambio de poder erótico es rara y, si está disponible, se ha hecho predominantemente en la comunidad gay o con grupos de investigación tan pequeños -y específicos de un país o área- que es imposible sacar conclusiones generales de una manera responsable.
El hecho número tres es que la realidad del intercambio de poder erótico muestra una imagen totalmente diferente. Las personas que están en el intercambio de poder erótico, por lo general, en un momento dado comenzaron a experimentar con él. Durante esa fase experimental normalmente quisieron explorar todas las posibilidades. A medida que pasó el tiempo sus emociones se estabilizaron, las piezas del rompecabezas encajaron en su lugar y sus deseos y necesidades -una vez exploradas e identificadas- se estabilizaron en el nivel que normalmente correspondía a las fantasías que esas personas tenían originalmente.
La necesidad de ir al intercambio de poder siempre esconde una experiencia traumática.
Este tópico se basa en Freud, quien trató de explorar la relación entre todo tipo de comportamiento humano -no sólo el comportamiento sexual- y las experiencias tempranas de la niñez. Su método se llama psicoanálisis y en la psicología moderna se considera anticuado y en gran medida irrelevante.
Aunque es un hecho que algunas personas que están en el intercambio de poder erótico tienen un historial de abuso o de trauma infantil, nunca se ha establecido una conexión general. Lo que puede ser cierto en casos individuales ciertamente no lo es como argumento general. Lo que la investigación estableció es que no hay diferencias significativas entre el número de personas con experiencias traumáticas en la comunidad de intercambio de poder erótico y las que hay en cualquier otro grupo.
Investigaciones más recientes apuntan a influencias genéticas y a una mentalidad creativa e inquisitiva como los factores que más pueden influir en el desarrollo de sentimientos y emociones ligados al intercambio de poder erótico. Sin embargo, dicha investigación está lejos de estar concluida y, de hecho, una vez más, se limita a casos individuales, como la mayoría de la investigación científica realizada en esta área.
Otra área relativamente nueva que puede jugar un papel relevante es la influencia de las endorfinas. Las endorfinas son hormonas, opiáceos naturales, producidas por el cuerpo y comúnmente conocidas como aminoácidos de "emoción". Diferentes mezclas de diferentes tipos de endorfinas crearán diferentes emociones. Algunas de estas mezclas se crean como resultado del miedo, el estrés y el dolor. Qué papel juegan cuando se trata del desarrollo de las emociones ligadas al intercambio de poder erótico es todavía desconocido.
La necesidad de intercambio de poder apunta a una educación severa.
Una vez más un concepto erróneo "semi-freudiano" y basado en el caso de un solo hombre, investigado y publicado por Freud.
El hecho es que la mayoría de las personas que están en el intercambio de poder erótico han tenido una juventud y una educación perfectamente normales y que la mayoría provienen de familias donde la sexualidad era un tema que podía ser discutido libre y abiertamente. Una vez más, puede haber casos individuales en los que algunas personas tuvieron una educación severa -o a veces muy religiosa- pero si hay o no hay alguna conexión entre la educación y las emociones ligadas al EPE en general, está aún por determinar.
La gente a la que gusta el intercambio de poder erótico no puede encontrar plena satisfacción sexual de otras maneras.
Esta es una mentira absoluta, basada en las investigaciones realizadas en casos de sadismo y masoquismo clínico excesivo (es decir, las enfermedades mentales). Es verdad que las distorsiones mentales severas usualmente descritas como sadismo y masoquismo pueden (pero no siempre lo hacen) mostrar este tipo de comportamiento. El intercambio de poder erótico, sin embargo, no tiene nada que ver con distorsiones mentales, sino con un comportamiento erótico/sexual perfectamente normal entre adultos perfectamente normales, bien equilibrados y responsables.
Las personas que disfrutan del intercambio de poder erótico por lo general consideran importantes sus sentimientos y emociones, e identifican el intercambio de poder erótico como un estilo de vida, pero eso no significa que tengan una necesidad compulsiva de él. La falta de ese comportamiento compulsivo es, de hecho, lo que separa al intercambio de poder erótico de los sádicos y masoquistas clínicos.
De hecho, en muchos casos las personas identifican sus emociones proceentes del intercambio de poder erótico como totalmente diferentes de las emociones sexuales o de, por ejemplo, un orgasmo.
Los hombres dominantes son simplemente machistas.
El hecho es que la mayoría de los hombres dominantes son personas muy atentas, cariñosas y de mentalidad abierta, al igual que la mayoría de las mujeres dominantes, por cierto. La posición del dominante en el intercambio de poder erótico, por definición, requiere mucha comprensión, cuidado, confianza y sobre todo un gran interés en los deseos y necesidades y emociones de la pareja sumisa. Lo que para el extraño puede parecer un hombre machista muy estricto, directo y tal vez incluso un poco agresivo, de hecho es sólo un juego de roles, que usa símbolos y comportamiento de roles, pero en el fondo es casi siempre una persona muy atenta.
La persona sumisa media, cuando se le pregunta, generalmente describe al Dom como comprensivo, atento, amoroso y protector, y una persona en la que se puede apoyar.
Las mujeres sumisas traicionan el movimiento por los derechos de la mujer.
Ser sumisa y permitir que estas emociones salgan a la luz es a la vez una decisión propia de una persona muy segura de sí misma, así como un proceso difícil y aterrador. Las mujeres sumisas suelen ser muy conscientes de sí mismas y toman decisiones muy conscientes sobre su sumisión. Son cualquier cosa menos "felpudos" y, en general, han pasado por un largo proceso de identificación y aceptación de sí mismas, así como de sus sentimientos y emociones sumisas.
Al igual que el comportamiento erótico dominante no es una indicación de dominio general, tampoco la sumisión es una indicación de que los hombres o mujeres sumisos muestren sumisión en la vida diaria. Usualmente serán cualquier cosa menos sumisos, aunque es un hecho que mientras las emociones sumisas no se hayan establecido, especialmente las mujeres sumisas pueden tener problemas a veces para separar algunos de sus sentimientos sumisos de otras cosas.
El argumento se origina en feministas de línea dura que, predominantemente por miedo a influencias no deseadas, tratan de segregar a las mujeres que tienen opiniones distintas a las suyas propias.
La gente que es dominante en la vida diaria es sumisa en la cama y viceversa.
El comportamiento sexual/erótico no suele ser una indicación de ninguna otra forma de comportamiento social, ni existen vínculos probados entre ambos. Los dominantes pueden tener tanto posiciones dominantes como no dominantes en la vida cotidiana y lo mismo ocurre con los sumisos. Una ejecutiva puede ser sumisa en el dormitorio, y un enfermero puede ser dominante. La afirmación anterior es un ejemplo clásico de estereotipos, basados principalmente en la pornografía.