Las técnicas de modificación de conducta en el BDSM
Actualizado: 17 abr 2021
En el BDSM la parte Dominante influye de manera directa sobre la conducta de la parte sumisa. Para ello, bien de forma intuitiva o aprendida, se utilizan diversas técnicas de modificación de conducta.

Las técnicas de modificación de conducta las usamos todos de una manera natural, con mayor o menor acierto, cuando interactuamos con las demás personas e incluso con nuestras mascotas. Es propio del ser humano intentar modificar su ambiente, y, por supuesto, las acciones de los otros seres que tenemos alrededor.
En el caso de las personas Dominantes, estas técnicas se aplican con mucha más continuidad, ya que una gran parte la dinámica con la parte sumisa es que ésta adquiera, incremente o disminuya determinadas conductas, en función de si son del agrado del Dominante o no lo son.
Así, y aún sin saberlo, aplican, entre otras, las técnicas que se van a comentar a continuación. Utilizarlas de una forma correcta va a incidir decisivamente en el éxito o el fracaso de la modificación de la conducta que se desee.
Los dos grandes modelos de condicionamiento
1. El condicionamiento clásico
Paulov describió este modelo de aprendizaje que explica la adquisición de determinadas respuestas automáticas a través de la asociación de estímulos.
En resumen, consiste en asociar a un estímulo que potencialmente es neutro (denominado estímulo condicionado o EC), una respuesta automática del organismo (inicialmente respuesta incondicionada o RI), a través de un paso intermedio de asociación con un estímulo que sí provoca esa respuesta de forma automática en el organismo (estímulo incondicionado o EI).
Al asociarse en una o varias situaciones el EC-EI, el EC adquiere capacidad de suscitar las repuestas por sí mismo, sin necesidad de que se vuelva a dar el EI. En este momento, ya se hablaría de una respuesta condicionada (RC).
Por ejemplo:
La persona dominante y la persona sumisa entran en un ascensor (EC)
El dominante estimula sexualmente a la sumisa (EI)
El sistema nervioso de la persona sumisa responde (RI) incrementando su nivel de determinados neurotransmisores, incrementando la dilatación pupilar, la conductancia eléctrica de la piel, lubricando su zona genital, etc.
Pues bien, si esta situación se repite en el tiempo, el ascensor terminará teniendo la capacidad de suscitar en la persona sumisa la respuesta de sus sistema nervioso (RC) sin necesidad de que exista la estimulación sexual asociada.
Este aprendizaje puede darse incluso con una sola asociación en el caso de que la experiencia sea muy intensa, como puede pasar cuando se desarrolla una fobia.
Y si se consigue “crear” esta respuesta, también podemos extinguirla siguiendo el sentido contrario. Es decir, la extinción de la respuesta condicionada se producirá si se consigue que no se vuelvan a dar EC-EI juntos en el tiempo. Siguiendo nuestro ejemplo, la persona sumisa dejará de sentir activación sexual ante los ascensores cuando deje de darse durante mucho tiempo ese encuentro entre estimulación sexual y excitación en un ascensor.
Claro, que para que esto último se produzca de manera efectiva, no debe estar implicada la siguiente técnica de condicionamiento, que es la que hace que se incremente o disminuya la frecuencia de una conducta.
2. El condicionamiento operante
Skinner formuló el esquema de condicionamiento operante, un modelo basado en refuerzos y castigos. La idea es que los refuerzos incrementan la probabilidad de que se dé una conducta ya adquirida, y los castigos disminuyen dicha probabilidad. Es decir, que es la consecuencia de la conducta lo que hace que ésta se module.
Los tipos de refuerzos y castigos son los siguientes:
Refuerzo positivo: consiste en la aplicación de algo agradable para el sujeto.
En nuestro, caso, cuando la persona Dominante le dice, por ejemplo, “bien hecho mi niña” a la persona sumisa, es una forma de reforzar positivamente la conducta, de manera que ésta aumente.
Refuerzo negativo: consiste en la retirada de algo desagradable para el sujeto.
Por ejemplo, retirar algo que provoca malestar como consecuencia de una buena conducta. Es decir, podría ser una situación en la que la sumisa estuviese amordazada por decir una insolencia y el Dominante decidiese quitarle la mordaza porque ella se arrodilla y pide perdón con las manos. En consecuencia, se incrementa la probabilidad de que la sumisa pida perdón de esa manera ante una falta determinada.
Castigo positivo: consiste en la aplicación de algo desagradable para el sujeto.
Por ejemplo, una riña o la expresión de malestar por parte del Dominante. Los azotes tendrán la consideración de castigo positivo si son consecuencia de una falta de la parte sumisa. (Sin embargo, tendrán la consideración de refuerzo positivo si el Dominante los emplea con el fin de la estimulación erótica de la parte sumisa, por ejemplo. Es decir, los azotes tendrán una consideración u otra dependiendo del carácter que les imprima el Dominante.)
Castigo negativo: consiste en la retirada de algo agradable para el sujeto.
Por ejemplo, si la parte sumisa comete una falta, su Dominante puede aplicarle el castigo negativo de prohibirle ver el capítulo siguiente de su serie de televisión favorita.

Así, aplicando los refuerzos, ya sean positivos o negativos incrementaremos la probabilidad de que se repita la respuesta aprendida, mientras que ésta disminuirá mediante el uso de castigos. El efecto de refuerzos y castigos es mayor cuanto más inmediato sea.
Se tiende a pensar que la mayor parte de las técnicas que usan los Dominantes para modificar la conducta están basadas en el castigo, pero si nos paramos a analizar, se utiliza el refuerzo de muchísimas maneras en el entrenamiento de la parte sumisa.
Técnicas de Modificación de conducta
Las técnicas operantes consisten en la disposición ordenada de estímulos antecedentes y consecuentes con objeto de alterar la probabilidad de que se produzca una conducta. Los estímulos antecedentes son los que se aplica antes de que se produzca la conducta que se quiere modificar, y los consecuentes los que se aplican después de que ésta se dé.
Se trata de un grupo heterogéneo de procedimientos que pueden utilizarse para mantener o incrementar conductas, para enseñar o establecer conductas nuevas, o bien para eliminarlas o disminuirlas.
A. Técnicas operantes para adquirir o incrementar conductas
A.1. Técnicas de instigación
Este término incluye:
Las instrucciones que incrementan determinadas conductas
La guía física, que consiste en mover o colocar partes del cuerpo de la persona entrenada
El modelado, en que se observa a un modelo realizando una conducta para poder imitarlo y aprender cuáles son sus consecuencias.
Estos tres procedimientos tienen en común que se centran en enseñar directamente, mediante la acción verbal o física, a la parte sumisa cómo tiene que realizar una acción determinada. Si esta parte lo consigue, normalmente se le aplica un refuerzo (por ejemplo, “estoy orgulloso de ti”, “bien hecho”, etcétera).
A.2. Moldeamiento
Consiste en acercar gradualmente una conducta determinada a la conducta objetivo, empezando por una respuesta relativamente parecida que la sumisa pueda realizar y modificándola poco a poco. Se lleva a cabo por pasos (aproximaciones sucesivas) a los que se aplica reforzamiento. Esta técnica es ampliamente utilizada por los Dominantes en los distintos entrenamientos que llevan a cabo con la parte sumisa.
Por ejemplo, incrementar en cada sesión el número de azotes para aumentar el aguante de la sumisa hasta el nivel deseado por el Dominante.
A.3. Desvanecimiento
El desvanecimiento se refiere a la retirada gradual de las ayudas o instigadores que se habían utilizado para reforzar una conducta meta. Se pretende que la parte sumisa consolide una determinada conducta y posteriormente pueda llevarla a cabo sin necesidad de ayudas externas.
Por ejemplo, en el entrenamiento de las distintas posturas de sumisión, al principio se usará la técnica de instigación, con sus correspondientes instrucciones verbales o correcciones de la postura con una guía física y con su correspondiente refuerzo. Posteriormente, se irán retirando las ayudas físicas, por ejemplo, quedando sólo instrucciones verbales que, por último, también terminarán retirándose.
A.4. Encadenamiento
Una cadena conductual, es decir, una conducta compuesta por varias conductas simples, se separa en distintos pasos (eslabones). A continuación, el sujeto debe aprender a ejecutar los eslabones uno a uno hasta lograr llevar a cabo la cadena completa.
En ciertos aspectos, buena parte de las habilidades que se consideran talentos por mostrar un alto grado de destreza y especialización en ellos (como por ejemplo tocar muy bien un instrumento musical, bailar muy bien, etc.) pueden ser consideradas fruto de alguna forma de encadenamiento, dado que desde las habilidades básicas se va progresando hasta alcanzar otras mucho más trabajadas.
Es muy común que en las relaciones D/s los Dominantes establezcan distintos tipos de rituales. Uno de los más habituales es cómo debe proceder la parte sumisa cuando se encuentra con su Dominante. Por ejemplo:
La sumisa debe presentarse vestida de una determinada manera.
Tras encontrarse con su Dominante, debe arrodillarse ante él de una manera concreta.
Cuando su Dominante le tienda la mano, la parte sumisa debe besarle el dorso.
Tras recibir la señal de su Dominante, la parte sumisa adoptará una postura concreta para que su Dominante la inspeccione.
Etcétera.
Al comienzo, la parte sumisa tendrá que recordar y practicar cada uno de los pasos de este ritual. El proceso de aprendizaje se simplifica si el Dominante va añadiendo al ritual cada uno de los pasos una vez que la parte sumisa ha aprendido a ejecutar correctamente el anterior.
A.5. Programas de reforzamiento
Son las pautas que establecen cuándo será premiada la conducta y cuándo no. En el caso de las relaciones D/s, como en cualquier relación que implica que una parte enseña o entrena a la otra, es necesario que ambas partes fijen con claridad estas pautas, tanto en lo referido a refuerzos como a castigos, para no generar en la parte sumisa una sensación de indefensión que provoque que deje de dar respuesta.
Cuando la conducta no es coherente con la obtención de refuerzo o castigo, corremos el peligro de que la persona sumisa deje directamente de responder en ninguna dirección.
B. Técnicas operantes para reducir o eliminar conductas
B.1. Castigo positivo
Esta técnica es ampliamente utilizada en el mundo BDSM. Consiste en la aplicación de un castigo cuando se produce una conducta inapropiada.
La peculiaridad del BDSM (como ya comentamos en el punto 2 “El condicionamiento operante”) es que una misma acción, en función del carácter que le imprima el Dominante, podrá considerarse un castigo, un refuerzo o simplemente una forma de satisfacer a la parte Dominante (cosa que en sí misma, siempre es un refuerzo para la parte sumisa).
Por ejemplo, tras una falta de la parte sumisa su Dominante hace que adopte y mantenga una postura incómoda.
B.2. Extinción
Se deja de recompensar una conducta que había sido reforzada con anterioridad. Esto, de forma gradual, disminuye la probabilidad de que la respuesta vuelva a darse. Formalmente la extinción es lo opuesto al reforzamiento positivo.
Partimos de la base de que una conducta se mantiene porque obtiene algún refuerzo. Por ejemplo, una sumisa que llora simplemente para llamar la atención de su Amo (y no porque realmente esté afligida física o emocionalmente). Cuando la sumisa llora, el reforzador es que su Amo le hace caso inmediatamente porque se preocupa por su bienestar. Si su Amo se da cuenta de que ese llanto no corresponde a una aflicción real y quiere que su sumisa deje de tener ese comportamiento, la extinción consistiría en que el Amo dejase de dar la respuesta esperada por su sumisa (dedicarle su atención), que no hiciese nada, que no la riñese, que no se enfadase; es decir, que actuase como si su sumisa no estuviera haciendo absolutamente nada.
B.3. Entrenamiento de omisión
A la conducta (no deseada) del sujeto le sigue la ausencia de la recompensa; es decir, si se da la respuesta no se obtendrá el reforzador.
Por ejemplo, el Amo decide jugar sexualmente con su sumisa y le indica que si mientras él juega ella permanece inmóvil y sin emitir sonido alguno, le permitirá tener un orgasmo (la recompensa). Si la sumisa se mueve o dice algo (conducta no deseada), la recompensa se omite (la sumisa se quedará sin el orgasmo).